Conocieron , como poco s, los secretos de la selva. Supieron cultivar la tierra sin estropearla. Viajaron sin perderse por un gigantesco laberinto de árboles y ríos. Fueron grandes, terribles guerreros. Y también buscaron la perfección del alma y creyeron que con fe y sacrificio se podía llegar a la Tierra Sin Mal, ofrecida por un dios cuyas creaciones habían sido el lenguaje humano y el amor a los demás. Fueron , son , los guaraníes. No obstante en la actualidad se pueden apreciar tan s ó lo unas pocas y casi imperceptibles reminiscencias de todo aquel impresionante esplendor del pasado. Desafortunadamente la realidad nos enseña unos pobres exponentes representativos de aquella riquísima cultura que solo son capaces de brindarnos una vaga idea de la real importancia y trascendencia cultural guaranítica. ¿Cual será la causa de tal situación? T odo apunta ni m á s ni menos que a una realidad que condena a nuestra sociedad desde siempre, responde a la FALTA DE TOLERANCIA que la misma h a mantenido ciegamente desde antaño
No fueron los únicos aborígenes que poblaron la alta Cuenca del Plata ( Paraguay, sudeste del Brasil y nordeste de lo que hoy es la Argentina). Tampoco estuvieron aquí desde siempre; pero transformaron, con la influencia de su cultura y de su dulce idioma, a otras poblaciones aborígenes, mestizas y criollas que siguen ocupando gran parte de la Argentina, el Paraguay, el Brasil, Bolivia y hasta el Uruguay. Los que saben de estas cosas cuentan que, hace más de mil años, los guaraníes iniciaron una larga migración hacia el sur desde el corazón de las selvas sudamericanas: quizás desde la meseta del Mato Grosso, donde se separan las aguas que se encauzan hacia el norte, hacia las selvas amazónicas, y las que descienden hacia el sur, a la cuenca del plata; o quizás desde más al Norte todavía. Pero dejemos hablar a los guaraníes, ellos mismo nos contarán su origen.
Las mujeres cocinaban, tejían, hacían las cestas y las vasijas de cerámicas, cuidaban a los niños, sembraban los, atendían cultivos, y cosechaban. Los hombres, cazaban, pescaban, y se encargaban de las tareas más pesadas: desmontar para abrir campos de cultivos hacer canoas y construir casas. Todas estas actividades requerían conocimiento y habilidades especiales. Todos los hombres eran hábiles pescadores, pero solo le daba prestigio ser buenos cazadores, porque eso exigía valentía para enfrentar a grandes animales, agudeza para rastrear resistencia física y destreza con la flecha. Cacique: figura principal que liberaba la aldea. se le rendía absoluta obediencia. En caso de guerra, se designaban caciques generales que reunían varias aldeas bajo su mando. Se trabajaba la tierra para ellos y se le construía la casa. Guerreros: Formados desde pequeños en el arte de la guerra. Tenían un lugar preferencial en la comunidad. Es probable que la denominación "Guaraní" sea un derivado de Guaraní, que quiere decir "Guerrero".
Un huso para hilar algodón (grupo ava). Las flechas eran de caña, con distintos tipos de punta de madera: A y B, arponadas, para pescar; C, para cazar aves; D, para atrapar animales grandes .
El veneno de ciertas plantas permitía matar a los peces sin hacer tóxica su carne. En pocos minutos se podía recoger los pescados con la mano. un gran cesto para llevar cargas sobre la espalda, calzando la manija en la frente.
Las tekoas o aldeas eran verdaderas fortaleza rodeada por empalizadas dobles y, a veces, fosos disimulados con el interior erizado de estacas afiladas. Protegido por esta defensas, se levantaban entre cuatro y ocho casas comunales o malocas, distribuida alrededor de una amplia plaza donde transcurría la vida social y la ceremonia.
La maloca, de unos cincuenta metros de largo tenía armazón de tronco y estaba techada con ramas y hojas de palmeras. Podía albergar asta 200 personas perteneciente a varias familia aparentada entre si que formaba un mismo linaje o tevy. Las aldeas solían concentrar hasta 1000 persona y su cacique se denominaba tuvichá. Para ganarse el derecho de representar a toda la tekoa, el tuvichá debía reunir tres condiciones: ser el mas valiente, el mas generoso y el mas orador de la comunidad.
Su s campo s de cultivo estaban en el interior de la selva, a resguardo de los vientos. El terreno elegido ten í a que limpiarse; los antiguos guaraníes despejaban la vegetación con precarias hachas de hierro. Finalizado este duro trabajo esperaban dos o tres meses h asta que la vegetación se secaba, y enton c es la quemaba n . Los campos de cultivo duraban no m á s de cinco años, porque las lluvias arrastraban la capa fértil del suelo y –sin abono- é ste dejaba de ser productivo cuando la tierra “se cansaba” los guaraníes c erraban la parcela y abrían otra . D e ese modo los terrenos de cultivo quedaban cada ve z mas lejos de la aldea y se hac í a difícil protegerlos contra las aves, las hormiga s y los saqueos de otros aborígenes.
Extremo de una pala de madera usada en la agricultura (grupo ava ) Cedazo para cernir harina de mandioca y de maíz (diámetro original: 40 cm.)
Los guaraníes guerreaban frecuentemente. Una parte de estas guerras se iniciaban cuando, en busca de tierras para cultivar, se mudaban grupos enteros y avanzaban sobre nuevas zonas, chocando con los pueblos locales. En la guerra, además de arcos y flechas, asaba unas mazas largas de madera pesada. Tomaban prisioneros, y con muchos de ellos practicaban el canibalismo. Pero no comían carne humana para alimentarse, sino por razones mágicas, porque esperaban así adquirir el poder del alma y la fuerza de sus cautivos. Dos s er ere con silbatos de madera usados para señales durante la guerra y la caza.
Las actividades principales eran la cerámica y la cestería. Moldeaban vasijas, usadas para conservar bebidas; en las más grandes se inhumaba a los muertos (costumbres funerarias). Otro elemento ritual: las pipas de cerámica. En las ceremonias, los guaraníes usaban adornos de plumas en los brazos, en los tobillos y en la cabeza (como esta diadema). A veces, las plumas se pegaban directamente al cuerpo Pipa de cerámica, con tubo de caña. El humo del tabaco tenía muchos usos ceremoniales y medicinales.
Las vasijas de cerámica más grandes servían para guardar la chicha y también para enterrar a los muertos .
La cestería estaba a cargo de las mujeres. Consistía en el entrelazado de finas cortezas. Confeccionaban cernidores para tamizar productos, canastos y estuches para flechas. En ceremonias, festivales y rituales de curación utilizaban diversos instrumentos musicales, como las sonajas (calabazas con diseños grabados a fuego) o la flauta de Pan (mimbay retá). Las fibras extraídas de las hojas del mbokaja (cocotero), eran torcidas sobre los muslos desnudos para convertirlas en sogas, hilos y piolines. Las raíces de karaguata (cardón), eran utilizadas en múltiples usos, hasta para confeccionar tejidos. Las hojas del yvíra (cardo sin espinas), les sirvieron para atar, hacer bolsos, redes y hamacas. Del piri (junco) y de totoras hicieron cortinas, esteras, alfombras y otros enseres. Las tiras extraídas de la raíz del guembepi, se usaban para hacer esterillas, redes, gruesas cuerdas, aplicaciones ornamentales de otros trabajos y para confeccionar yrupê (cedazo), u otros destinos. El mandyju (algodón), proveía los más finos hilados. Aunque su cultivo, como el del pety (tabaco), no se efectuaba en grandes escalas, la producción cubría sus necesidades. La tacuara, en sus distintos tipos, takuára guaso, takuára-i, takuarembo, takuapi y otros, fueron ideales para la cestería. Las hojas de karanda´i (variedad de palmera), resistentes y durables, se utilizaron en diversos usos.
Los dibujos utilizados en cerámicas, vestidos, mantas, vinchas, cesterías y demás, eran sencillos y simétricos. Preferían colores negros con blanco; negro con marrón o todo rojo. También, se pintaban objetos con fondo blanco o crema haciendo que resaltaran el color de los dibujos, rojo o negro. Todos eran de trazos simples, geométricos o tomados de la naturaleza, imitando los diseños de la piel de las víboras u otros animales, flores o líneas descubiertas en los bosques. Mediante la combinación de sustancias, obtenían la variación de colores de los dibujos.
Los dibujos utilizados en cerámicas, vestidos, mantas, vinchas, cesterías y demás, eran sencillos y simétricos. Preferían colores negros con blanco; negro con marrón o todo rojo. También, se pintaban objetos con fondo blanco o crema haciendo que resaltaran el color de los dibujos, rojo o negro. Todos eran de trazos simples, geométricos o tomados de la naturaleza, imitando los diseños de la piel de las víboras u otros animales, flores o líneas descubiertas en los bosques. Mediante la combinación de sustancias, obtenían la variación de colores de los dibujos.
Progresi st a y reprimida, rica y apasionante a la vez. Sin duda la cultura guaran í ha sido una de las raíces de mayor importancia en la historia de una gran cantidad de sociedades latinoamericanas en la actualidad. La misma encuentra sus orígenes en el nacimiento, desarrollo y florecimiento de esta cultura, que constituye todo un misterio para algunos, pero es objetivo de intriga y de estudio para otros. En fin aquella civilización que una vez floreció en un basto territorio geográfico latinoamericano no ha transcurrido de forma desapercibida a través del tiempo, sino muy por el contrario, indudablemente ha dejado impresas huellas imborrables. No obstante, es lamentable el desamparo que viven las parcialidades guraníes, por la destrucción implacable de cosas irrecuperables y porque hasta hoy la vemos perseguida por la indiferencia y un abandono sin sentido.
* Diccionario Folklórico Guaran í tico - Miguel Raúl López Breard- Moglia Ediciones. * Guaraníes- A-Z Ediciones. * Corrientes en el mundo Guaranítico -Dr. Félix Luna - Alemán Ediciones * Leyenda cuentos y otros relatos- Diana Bulmenfeld Ediciones. * Historia de los Correntinos y de sus pueblos- Amerinda Ediciones * Lo que cuentan los Guaraníes-Miguel Ángel Palermo- Editorial Sudamericana * Las antiguas costumbres Guaraníes- U.N.N.E.